Matías Albornoz: la historia de un luchador


La historia de Matías Albornoz no es como la de cualquier jugador de la Liga. O quizá es más común de lo que se cree. Una muestra de superación continua. 

Por Julio Oronado

Nació en la Bajada San José, en una zona donde nada era fácil. Allí vivió de todo. Y en la calle, ese lugar donde pasó noches enteras, también. Pero salió adelante gracias al fútbol. Y a su prematura paternidad.

A los 13 lo rajaron junto a su hermano de Juniors por no tener botines, en épocas en las que apenas podía comer. Pero por algo habían pasado un filtro de miles de jóvenes que fueron a probarse.

Con apenas 18 calendarios se enteró que iba a ser papá. Y decidió apostar nuevamente por la pelota. Libertad fue su primer destino "en serio" en el fútbol.

Acá se podría contar que la rompió en Chacras de la Merced, pero es más preciso detallar cómo llegaba al club, cuando llovía: se sacaba la ropa, la metía en una bolsa y la tiraba al otro lado del río, para cruzar nadando. Sabía que si faltaba a los entrenamientos, estaba más cerca de otras cosas que no le gustaban. En la L le pagaban con un tarro de leche y pañales para su bebé.

Después vino un periplo acorde a su jerarquía. Racing de Nueva Italia, Talleres, Tiro Federal de Rosario y ¡México! Todo en un tiempo récord. También jugó en MEDEA, el club evangélico, por su cercanía a esa religión. Además vistió distintas camisetas de nuestra Liga y el interior provincial.

Hoy la vida lo encuentra junto a Silvana, su mujer de toda la vida, y sus 5 hijos (René, Micaela, Ada, Abraham y Victoria). Trabaja en la Agencia Córdoba Deportes y tiene un merendero en Villa Unión,  donde vive hace unos años. A metros de donde estaba la cancha del desaparecido Club Bolivar.


Gracias al fútbol conoció muchos lugares. Y ahora va a lograr que sus chicos hagan lo mismo. Junto a los integrantes de la Liga Barrial viajarán a Chile en enero próximo. 

Matías hizo muchos goles en su vida. Pero el colaborar con niños que no tienen una taza de té parece ser la anotación que más disfrutó en sus 37 años.

Necesitan ayuda. Para colaborar con el merendero "Los Petaquitas" se deben comunicar al (0351) 156376363. O directamente en Atacama 1315, la casa de los Albornoz, allí mismo donde 60 niños son felices cada tarde.