Por Trinidad Elizabeth
Fabricio Bortoli es un fiel seguidor de Atlético Carlos Paz. Desde los '80 y tan sólo con 8 años fue llevado por un vecino, uno de los hermanos Pallaro, a ver al Azzurro que por aquellos tiempos se llamaba Brown B y jugaba en la Liga de Punilla, siendo ahà uno de los mås ganadores.
Luego recuerda jugando la Liga Cordobesa (1994) donde pudo cambiar de nombre y empezĂł a usar el actual. Recuerda que disputaron una interliga, clasificando para el provincial donde llegĂł a la final y perdiĂł la final con Estudiantes de RĂo IV.
Entre tantas anĂ©cdotas se acuerda del año '91, donde hubo grandes logros para el club, jugando un provincial, donde enfrentaron a San Lorenzo de CĂłrdoba, Deportivo ColĂłn (aquella fusiĂłn entre Escuela y Avellaneda) y 9 de Julio de RĂo III . HacĂan de local en la cancha del Jockey, ya que todavĂa no contaban con tribunas en la cancha de barrio La Cuesta. A pesar de no haber podido clasificar recuerda haberlo visto jugar al Sapito Mercado (hoy DT de Belgrano) en Deportivo ColĂłn.
"Vi al Atlético jugar a nivel provincial, en la C (ya extinta), la B y la A de la LCF. Lo vi clasificar el Argentino C en el 2005 y ahora 11 años después clasificar al Federal C. Me tocó en el 2010 ver una mala racha para Atletico, estando 3 o 4 años sin poder ascender. Un inevitable reduerdo es el clåsico calrlospasence con Independiente, donde fue mås veces a favor para el diablo de la Frontera"", cuenta con esa sensación de haber estado siempre.
Se alegra cuando recuerda el ascenso a la A de la mano de Juan Niz en 2014, quien continuó un año y medio y luego lo sucedió Ignacio Loza, llegando a jugar un reducido el año pasado, donde quedaron afuera con Brown de Malagueño.
Su pasiĂłn por el AtlĂ©tico no es sĂłlo de la boca para afuera, va mĂĄs allĂĄ de todo ferviente hincha. Ve a su equipo siempre que la vida se lo permite, tras el alambrado alentando al Azurro. Es una pasiĂłn que comparte con sus hijos Emiliano y Facundo, siempre ayudando y participando en lo que pueden. Se enoja, putea, siempre se aisla atrĂĄs de uno de los arcos, se apoya sobre el alambre y ahĂ vive su partido. SĂłlo, sin que lo hablen ni lo molesten... llora de bronca y de alegrĂa, como verdadero hincha. SĂłlo el sabe lo que siente, sabe de las derrotas y los triunfos como nadie.
Fabricio dedica sus horas a repartir sodas. Pero entre cliente y cliente, espĂa como forma el prĂłximo partido su Azzurro y recuerda tiempos gloriosos. Esos mismos que hoy vuelven a La Cuesta. El Federal C estĂĄ cerca y el sodero de la Villa estĂĄ feliz.