Javier Tulian tiene una vida
entera en el arbitraje local. Si bien aún espera su chance de ser arbitro
principal, cada fin de semana es feliz siendo asistente. La historia de un
sacrificado colectivero que disfruta sus dos roles.
Por Julio Oronado
La comunicación entre este medio
y Javier Tulian es, en un primer momento, complicada. Fundamentalmente por el
ruido de los autos. Es que su vida está arriba de un colectivo. Como desde hace
20 años.
Fue jugador. Y en varios amistosos
se ofreció a dirigir. Y en una de tantas, le agarró el gustito. “Me prestaron un juego de tarjetas y un silbato. Al
reglamento, en ese momento, lo conocía a medias. Luego, Félix Gómez, ex arbitro
LCF, me presentó ante Rene Godoy (por entonces presidente de la AFUC ) y me enseñaron lo
básico de la labor de un juez. Después hice el curso provincial. Desde 2001 estoy
en la CAFUCC (Cooperativa
de Árbitros de Fútbol de la ciudad de Córdoba)".
No es una labor sencilla ni valorada, eso es cierto. Y lo destaca Javier: “Cuando ambos equipos no colaboran es difícil dirigir. En Inferiores los padres cuestionan mucho, aún sin conocer el reglamento finamente. Están obsesionados en ganar sí o sí. Pero generalmente aprueban tu tarea, cuando estos se dedican a jugar bien y sin complicaciones. Nosotros debemos ser invisibles. Los únicos protagonistas son los 22 jugadores”.
Está casado hace 18 años y tiene 3 hijos. En algunas oportunidades, todos lo acompañan a la cancha. Es allí donde siente que su tarea es realmente valorada. Es cuando no siente que el mundo lo controla, como le pasa a todos los colegiados.
No es una labor sencilla ni valorada, eso es cierto. Y lo destaca Javier: “Cuando ambos equipos no colaboran es difícil dirigir. En Inferiores los padres cuestionan mucho, aún sin conocer el reglamento finamente. Están obsesionados en ganar sí o sí. Pero generalmente aprueban tu tarea, cuando estos se dedican a jugar bien y sin complicaciones. Nosotros debemos ser invisibles. Los únicos protagonistas son los 22 jugadores”.
Sabe que ya debería haber tenido una oportunidad de jugar
(dirigir) en Primera. Pero un problema familiar, primero, y una lesión en la
rodilla, después, le quitaron esa chance. Aún así disfruta su labor. Y es feliz
cada jueves al ver su designación, le toque donde le toque.
“Trabajo en Coniferal hace 20 años. Es un trabajo difícil debido a la gran cantidad de transito. Pero soy un afortunado porque mis dos profesiones me apasionan. A veces se complica combinar ambos trabajos. Sábados de por medio, termino de dirigir y me subo al colectivo hasta las 2 de la mañana”.
Está casado hace 18 años y tiene 3 hijos. En algunas oportunidades, todos lo acompañan a la cancha. Es allí donde siente que su tarea es realmente valorada. Es cuando no siente que el mundo lo controla, como le pasa a todos los colegiados.
“Volvé a dirigir. Te morís por entrar a la cancha de nuevo”. Esas fueron las palabras de su señora para que, en uno de sus parates, decida volver. Momento bisagra en su vida, sin dudas.